Alquimila

Pequeña y discreta, la alquimila crece a la sombra de los caminos o escondida en los prados. Todas las mañanas, revela un encantador espectáculo gracias a sus hojas aterciopeladas que, al cubrirse de rocío, irradian brillantes reflejos. Esta visión casi sobrenatural inspiró a los alquimistas de la Edad Media, que atribuyeron virtudes mágicas a esta "rosa celeste". Asimismo, les ayudó en su búsqueda de la piedra filosofal. También permitía a las jóvenes conservar su frescura virginal. Considerada una hierba femenina, la alchemilla se utilizaba en la medicina tradicional para tratar dolencias femeninas, pero también por sus cualidades calmantes y curativas.